martes, 19 de enero de 2016

Victimismo crónico: personas que se quejan por vicio.

¿Conoces alguna persona que viva en "modo de queja"? Hay personas que nunca paran de quejarse y lamentarse. ¿Por qué actúan así? Cualquier persona, en alguna situación de su vida, ha tenido que asumir el rol de víctima. La mayoría de las veces, este papel se asume en base a hechos objetivos que justifican que podamos sentirnos más vulnerables o desamparados.  
Victimismo como personalidad. No obstante, existen personas que hacen gala de un victimismo crónico: se encuentran en un estado permanente de quejas y lamentos infundados. Estos individuos se escudan en una personalidad victimista, aunque algunos de ellos adoptan esta actitud de forma inconsciente. De este modo se liberan de cualquier responsabilidad en sus acciones y culpabilizan al resto de lo que les ocurre. Mantener durante un período largo de tiempo este tipo de actitud que hemos denominado “victimismo crónico” no es en sí una patología clasificada en el DSM-5, pero podría sentar las bases psicológicas que podrían acabar desarrollando un trastorno paranoide de la personalidad. 
Esto ocurre porque la persona culpa persistentemente a los demás de las cosas malas que le suceden. Victimismo y pesimismo van de la mano. Este modo de afrontar el día a día puede traer más consecuencias negativas. Uno de los perjuicios más claros es la visión pesimista de la vida que acarrea el victimismo crónico, ya que crea un entorno de malestar y desconfianza tanto para la persona que siempre se queja como para las personas de su alrededor, que se sienten injustamente tratadas. En una gran cantidad de casos, la persona que muestra esta tendencia hacia el victimismo crónico acaba por alimentar una serie de malos sentimientos, tales como el rencor o la ira, que pueden degenerar en un victimismo agresivo. 
El victimista agresivo no solo culpa a los demás y se lamenta por todo, sino que también puede adoptar actitudes agresivas y violentas, intolerancia y desprecio hacia la integridad física y moral de las personas que considera culpables por algún motivo.

¿Cómo son las personas victimistas?


1) De forman sistemáticamente la realidad: 

Las personas con victimismo crónico creen sinceramente que toda la culpa de lo que les ocurre es culpa de otras personas; nunca asumen responsabilidad alguna por sus acciones. El problema de fondo es que ven la realidad de forma distorsionada, con un locus de control externo. Tienden a pensar que tanto las cosas positivas como los malos momentos dependen de causas externas a su voluntad. También es cierto que suelen exagerar inconscientemente lo negativo, de tal modo que caen en un fuerte pesimismo que les impide ver las cosas positivas de la vida.

2) El lamento constante les refuerza: 

Los individuos victimistas creen que su situación personal se debe a los malos actos de los demás y de las circunstancias, por tanto no se sienten responsables de nada de lo que les ocurre. En consecuencia, se pasan el día lamentándose, hasta el punto que encuentran un importante refuerzo a su actitud en el lamento y la queja, asumiendo su rol de víctimas y tratando de llamar la atención de su entorno. No son capaces de pedir ayudar a nadie, se limitan a lamentarse por su mala suerte de toparse con indeseables. Esto no es otra cosa que una búsqueda inconsciente de atención y protagonismo. 

3) Su objetivo es encontrar culpables: 

El estado de víctima permanente también va muy asociado a una actitud desconfiada. Creen que los demás siempre se mueve por intereses espurios y actúan de mala fe contra ellos. Por esta razón inspeccionan al milímetro cualquier detalle o gesto de las personas de su alrededor intentando descubrir algún agravio, por pequeño o inexistente que sea, para reforzarse así en su rol de víctimas. A base de actuar así, acaban reafirmando su personalidad y son muy susceptibles con el trato que los demás les dispensan, exagerando cualquier pequeño detalle hasta un límite patológico. 

4) Nula autocrítica: 

No son capaces de hacer autocrítica sobre su actitud o sus acciones. Las personas con victimismo crónico están plenamente convencidas de que no tienen la culpa de nada, con lo cual no conciben que nada en ellos sea reprochable o mejorable. 

Como ya se ha comentado, responsabilizan de todo a las demás personas, son incapaces de aceptar crítica alguna y, por supuesto, están lejos de poder reflexionar sobre su actitud o sus actos para poder mejorar en alguna faceta de sus vidas. Se muestran intolerantes ante los fallos y defectos de otras personas, pero sus propios errores los perciben como minimo o nada y, en cualquier caso, justificables. 

Las tácticas que usan las personas victimistas: 

Cuando hay una persona que asume el rol de víctima, debe haber otra que sea percibida como culpable. Con este objetivo, los victimistas crónicos emplean una serie de tácticas y estrategias que para conseguir que otra persona se sienta culpable. Si ignoramos este modus operandi de los victimistas es más fácil que caigamos en su marco mental y que logren convencernos de que toda la culpa es nuestra: 

1. Retórica y oratoria del victimista: 

Es muy habitual que este tipo de personas traten de ridiculizar y descalificar cualquier argumento de su “enemigo”. No obstante, no tratan de refutar al adversario en base a datos o argumentos mejores, sino que se dedican a descalificar e intentan que la otra persona asuma el rol de “atacante”. ¿Cómo lo consiguen? Asumiendo el papel de víctima en la discusión, de modo que el adversario quede como una persona autoritaria, con poca empatía y hasta agresiva. Este punto es conocido en la disciplina que estudia las argumentaciones como “retórica centrista”, puesto que es una táctica que pretende presentar al enemigo como un radical, en vez de refutar o mejorar sus argumentos. De este modo, todo argumento del bando contrario solo es una demostración de agresividad y extremismo. Si se ven acorralados por una afirmación o un dato irrefutable, la persona victimista no contestará con argumentos o aportando otros datos sino que dirá algo así: “Siempre me atacas, ¿me estás diciendo que miento?” o bien “No me gusta que impongas tu punto de vista”. 

2. La “retirada a tiempo” del victimista: 

En ocasiones, el discurso de la persona victimista está enfocado a evadir su responsabilidad para intentar evitar tener que reconocer un fallo o pedir perdón por algo que ha hecho mal. Para ello, intentará salir de la situación como pueda. La estrategia más habitual, además de descalificar el argumento de su interlocutor (ver punto 1), consiste en escurrir el bulto para no reconocer que estaba errado en su postura. ¿Cómo lo consiguen? Asumiendo el papel de víctima y manipulando la situación para que la interacción entre en un espiral de confusión. Esto se traduce en que el victimista intenta proyectar sus errores hacia el adversario. Por ejemplo, si en el hilo de una discusión, el oponente aporta un dato comprobado y fiable que contradice la postura de la persona victimista,ésta última no reconocerá que estaba equivocado. En lugar de eso, intentará retirarse usando estas frases típicas. “Este dato no contradice lo que yo decía. Por favor, para de confundirnos con números que no vienen al caso” o “Me estás culpabilizando por haber dado mi simple opinión, no tiene sentido seguir discutiendo con alguien así”. Y, tras estas palabras, lo normal es que abandone el lugar de los hechos sintiéndose “ganador”. 

3. Chantaje emocional: 

La última de las estrategias que más frecuentemente usan los victimistas crónicos es el chantaje emocional. Cuando conocen bien las virtudes y defectos de su “adversario”, no dudan en manipular sus emociones para intentar salirse con la suya y mostrarse como víctima. Las personas que van de víctimas tienen una gran capacidad para reconocer emociones, y usan las dudas y flaquezas de las otras personas en su propio beneficio. ¿Cómo lo consiguen? Son capaces de detectar los puntos débiles de su oponente y tratan de sacar rendimiento a la empatía que pueda dispensarle. Así, van fraguando la situación para que el otro asuma el papel de verdugo y ellos se afianzan en la posición de víctimas. Este tipo de actitud puede materializarse, por ejemplo, con aquella madre que intenta culpabilizar a su hijo con frases del estilo: “Con todo lo que hago siempre por ti, y así me lo pagas”. El chantaje emocional también es una estrategia de manipulación típica de las relaciones de pareja.

Basta con hacerle saber que sus lamentos siempre son los mismos y que lo valiente en esta vida es intentar hallar soluciones. Si está dispuesto a encontrar salidas a sus problemas, debemos echarles una mano y hacerles notar que estamos con ellos, pero también hay que dejarles claro que no vamos a perder el tiempo escuchando sus quejas. Siendo pragmático, deberías preocuparte por ti mismo y evitar en lo posible que te contagie las malas vibraciones. No debes aceptar que te intenten hacer sentir culpable de sus problemas. Solo podrá herir tus sentimientos si le dejas que tenga ese poder sobre ti.

Esteban Crespo Almara.

La culpa de tú vida, cómo hacer desaparecer.

SOLO ES UN SENCILLO Y SIMPLE COMENTARIOS SOBRE EL TEMA. 



Solemos considerar la culpa como una“Emoción negativa”, desagradable, que genera inquietud, pero ¿Es posible aprender a transformarla en una gran aliada?,¿Convertirla en una señal de aviso, que no sindica que sería muy aconsejable, un cambio en nuestra forma de actuar o pensar?. 
La respuesta es afirmativa, veamos cómo: 

La charlatana avisadora:

Todos tenemos una voz interior: “La charlatana avisadora” que nos dice lo que está bien y lo que está mal. Es una conversación interna con dos personajes: Tú y tu ... y para entender y resolver la culpabilidad es necesario conocerla a fondo. Cada persona posee un código personal e intransferible que regula su forma de hacerlas cosas. Estas normas son distintas para cada uno y dependen, entre otras variables,del medio y la educación que se haya recibido, también de tu propia historia personal, ¿Eres tú consciente de tu propio sistema de creencias, de tu código personal? “La charlatana avisadora” es el guardián de tu código, y cada vez que te saltas alguna regla se pone en marcha y te avisa de que te has saltado tu sistema de creencias. Esa señal es el sentimiento de culpa. Si dicho aviso, lo utilizas y realizas las correcciones necesarias, que restablezcan tu equilibrio, el sentimiento de culpa cesa: esa es la culpa funcional, adaptativa. Pero si sigues actuando de espaldas a tú código, si ignoras una y otra vez a tu“Charlatana” y no utilizas la información, entonces estamos hablando de la culpa disfuncional. Cuidando las formas e instrumentalizando. Es importante que escuches y hables con tu charlatana, que estés atento a sus mensajes y también es trascendental la forma en que te habla, la forma en que tu “ Charlatana” te dice que te has saltado la norma. Veamos el ejemplo de Romina, que está atravesando un momento de cambio en su vida, tiene un nuevo trabajo que le encanta,con el que siempre había soñado, pero apenas puede ver a sus hijos de dos y seis años, hay días que cuando llega a casa ya están durmiendo. La charlatana le dice: “Yo te acuso de no atender lo suficiente a tus hijos, eres una egoísta, en el fondo te da igual y vas a lo tuyo, te molestaré mentalmente y no permitiré que te encuentres satisfecha en el trabajo, porque eres una mala madre y no tienes corazón” Romina reflexiona y reconoce la norma que hay debajo de ese aviso: “La norma que no has respetado es la que dice que los hijos están por encima de todo y como madre te debes a ellos ante todo lo demás” La vivencia que tiene quien experimenta un tipo de culpa como el de Romina es de sufrimiento y la seguridad de que seguirá encontrándose mal no importa lo que haga,eso alimenta la creencia extendida según la cual la culpa es, en su naturaleza misma, una situación sin solución, como una verdadera maldición. El secreto se sitúa en cómo la charlatana nos habla, de la norma transgredida y sobre todo, en instrumentalizar lo que nos dice, para desarrollar una nueva conducta que repare la situación y restablezca el equilibrio. Para que esto suceda es necesario reconocer un punto crucial: El propósito esencial de la charlatana no es molestarnos sino conseguir que nos comportemos de acuerdo con las normas del código interior que nos rige. 
Para ello tienen que desaparecer dos actos: la descalificación y el castigo. La descalificación significa que nuestra“charlatana” nos dice cosas como: egoísta,desconsiderada, mala persona, perversa…aquí se suman todos los agravios e insultos que uno pueda imaginar: degenerada, mala madre, pervertida, basura… El castigo, como su nombre lo indica,significa provocarnos intencionalmente un sufrimiento determinado. En el ejemplo de Romina “ Te molestaré mentalmente y no permitiré que te encuentres satisfecha en el trabajo” las frases más habituales son del tipo” te despreciaré, no mereces vivir, eres lo peor, no vales, te haré ver una y otra vez los errores que has cometido…” A modo de resumen podemos decir que estos son los tres componentes básicos, a tener en cuenta de la culpa y que tienes que hacer desaparecer: 
(Rigidez del código que no se deja ajustar por las nuevas circunstancias, la descalificación y el castigo hacia el cambio) 
1. Exige a tu “charlatana” que te hable con respeto 
2. Instrumentaliza su discurso, busca con ella la forma de restablecer el equilibrio y vivir según un código común. 
3. Plantéate la posibilidad de flexibilizar , contextualizar y modificar la norma* (Hay creencias y normas rígidas e inadaptativas que es aconsejable cambiar). *Hay situaciones en las que nuestro comportamiento se da de frente y de forma brutal con nuestro sistema de creencias y valores, es decir no hay forma decontextualizar, modificar y flexibilizar.Cuando esto sucede, nuestra “Charlatana”nos muestra su señal en rojo vivo, y además añade un sonido estridente, y continuo que no nos deja ni a sol ni a sombra … En estos casos, la única solución es alinearse con nuestro código interior.

Esteban Crespo Almara.

Técnicas para eliminar de tú mente los pensamientos negativos.

Pensamientos obsesivos y recurrentes: -"no permitas que acaben consolidándose en tú mente”. Todos tenemos en mayor o menor medida algunos pensamientos negativos, pero si permitimos que se adueñen de nuestra mente pueden resultar peligrosos para nuestra salud mental. Los pensamientos negativos recurrentes se consolidan en nuestro cerebro y pueden llegar a ser muy molestos si no hacemos algo para deshacernos de ellos.  

La estrategia de “forzarnos a no pensaren ello” es contraproducente. En el momento en que comenzamos a pensar en cosas negativas, tratamos de expulsar inmediatamente estos pensamientos. No obstante, erradicar los malos pensamientos no es tan fácil como parece, e incluso es una estrategia que puede ser contraproducente. Combatir esta clase de pensamientos negativos y recurrentes puede incluso anclar estos patrones de pensamiento, con lo cual el problema, lejos de mejorar, se agrava. 
Lo cierto es que cuanto más tratamos de no pensar en algo, más cuesta sacarnos eso de nuestra mente. Con el fin de liberarnos de estos pensamientos, será crucial enfocar el problema de un modo distinto, con las técnicas y estrategias adecuadas para limpiar nuestros malos pensamientos de una vez por todas.


Aquí te presento algunas formas de lograrlo:.

1. Modifica tu lenguaje gestual y corporal. 

Párate un momento a observar cómo te mueves y qué gestos usas al comunicarte con otras personas. ¿Pareces más encorvado de la cuenta o tienes una postura corporal cerrada? ¿Tienes el ceño fruncido? ¿Cruzas los brazos? Si notas que esto es así, cuidado porque eres más propenso a tener pensamientos negativos. De hecho, un mal lenguaje corporal puede dañar tu auto estima y mermar tu auto confianza. Cuando nuestro estado emocional no es óptimo, los pensamientos negativos pueden surgir con facilidad. Prueba a sonreír más a menudo y mejorar tu postura corporal, abriéndote hacia los demás. Esto ayudará a que tengas una mejor comunicación no verbal y a promover un mejor estado mental en el que no tengan cabida los pensamientos negativos recurrentes. Aquí te dejamos un artículo que te puede ayudar en este aspecto: "Las 5 claves prácticas para dominarel lenguaje no verbal" 

2. No tengas miedo a hablar sobre el tema que te preocupa:

No es raro que los malos pensamientos surjan porque tenemos problemas emocionales o de cualquier otro tipo que no hemos sabido comunicar a nadie. Cuando nos guardamos estas sensaciones para nosotros mismos, las cosas suelen ir a peor. Si consideras que necesitas expresarle a alguien aquello que te atormenta, no dudes en hacerlo. Cuando hablamos con alguien sobre lo que nos preocupa, los pensamientos adquieren una nueva dimensión, los visibilizamos, y esto nos puede facilitar que pongamos en perspectiva. Una buena manera de empezar a borrarlos de nuestra mente. 

3. ¿Conoces la meditación y el Mindfulness?: 

El estrés y la ansiedad con que tenemos que afrontar el ritmo frenético del día a día puede hacer que nuestro pensamiento no descanse ni se oxigene lo suficiente. Es casi imposible poder llegar a gestionar nuestros pensamientos negativos cuando no tenemos ni un minuto de relajación. Existen distintas técnicas y filosofías que nos ayudan a poner nuestra mente en blanco y promover que nuestro cerebro reestructure los pensamientos y emociones. Por ejemplo, la meditación o la filosofía Mindfulness. Te explicamos más sobre estas dos disciplinas en estos artículos: “Mindfulness: 8 beneficios de la atención plena" "Beneficios de la meditación avalados por la ciencia" 

4. Cambia tu perspectiva sobre las cosas: 

En ocasiones, los pensamientos negativos son el reflejo de que estamos mirando la realidad desde una perspectiva equivocada. Prueba a reflexionar sobre tu punto de vista, quizá te des cuenta que no eres totalmente racional a la hora de valorar lo que sucede en tu entorno. Por ejemplo, en vez de pensar “Estoy viviendo un momento complicado en el que tengo un montón de problemas”, puedes probar a cambiar el marco y enfocarlo así: “Me parece que estoy afrontando ciertos retos que me están exigiendo mucho pero estoy en el camino de hallar soluciones”. Fundamentalmente el mensaje es el mismo, pero usando la segunda fórmula puedes enfocar los problemas de un modo más optimista. Este pequeño cambio de actitud puede ocasionar una gran mejora en tu percepción de las cosas, puesto que estarás modificando algunas estructuras mentales. 

5. La importancia de la creatividad:

A veces, los pensamientos negativos se enquistan en nuestra mente y es complicado encauzarlos hacia fuera para ir borrando la mala influencia que tienen sobre nosotros. Una de las maneras de hacerlo es encontrar una expresión artística o creativa: escribir, dibujar o tocar un instrumento musical puede ser una buena forma de canalizar mediante la creatividad estas malas emociones. Además, está demostrado que el arte puede ser muy terapéutico y logra mejorar tu estado de ánimo. La creatividad es liberadora. Cuando somos capaces de expresarnos mediante el arte, las dinámicas negativas generadas por tus pensamientos empezarán a debilitarse para dar paso a nuevas experiencias y sensaciones. 

6. Pasear y practicar ejercicio físico: 

Algunas personas piensan que nuestro cuerpo y nuestra mente son dos elementos claramente diferenciados y que realizan sus procesos de forma separada. Por tanto, asumen que los pensamientos se forman en la mente, y que el cuerpo no tiene nada que ver. Esto no es exactamente así. Nuestros pensamientos también son producto del ambiente en el que vivimos, la calidad de las relaciones interpersonales que tenemos, y muchos otros factores. Te habrás dado cuenta que si estás mucho tiempo cerca de personas negativas, lo más normal es que poco a poco te “contagien” de su actitud y tu estado emocional empeore. Apartarte temporalmente del ambiente que te crea malestar puede ayudarte mucho. Por ejemplo, dar un paseo activará regiones cerebrales que permanecen casi inactivas cuando estamos sentados. Otra buena idea para borrar los pensamientos negativos es practicar ejercicio físico, puesto que está demostrado que mejora nuestro estado de ánimo y nos reporta una buena dosis de hormonas positivas y relajación. 

7. Pregúntate qué es lo que te hace feliz: 

Algunos pensamientos recurrentes que nos perturban tienen su génesis en una sensación de vacío existencial. Pero, ¿eres consciente de todas las cosas positivas que tienes a tu alrededor? No es raro que, inmersos como estamos en la rutina diaria y en nuestras respectivas labores, perdamos la perspectiva general sobre las cosas relativamente positivas que tenemos en nuestras vidas. Es esencial pues que demos valor a estas cosas buenas, y darles la importancia que merecen. Si elaboras una lista con estas cosas de las que puedes sentirte feliz y agradecido, tu estado emocional mejorará. Ten en cuenta que, en ocasiones, muchos aspectos positivos de nuestra vida pasan desapercibidos. Es tu responsabilidad volver a fijarte en ellos y valorarlos.

Esteban Crespo Almara.

Personalidad egocéntrica: algunos rasgos característicos y las características básicas de la persona egocéntrica.

La personalidad egocéntrica y el conjunto de conductas egocéntricas suelen estar vinculadas a ciertos patrones comporta mentales, como la ambición, la arrogancia o el exhibicionismo. Habitualmente, las personas egocéntricas emplean esta característica como una barrera psicológica que les impide actuar teniendo en cuenta las consecuencias de sus acciones en los demás. 
Frecuentemente, el origen de este rasgo puede encontrarse en su experiencia familiar, generalmente en un entorno integrado por padres de poca afectividad, que proyectan en el niño sus deseos de grandeza y omnipotencia. Pero, ¿cómo es exactamente la personalidad egocéntrica?  

1. Falsa auto-confianza:

A pesar de que la imagen externa del egocéntrico puede aparentar una gran confianza en sí mismo, la realidad es otra. Las personas egocéntricas suelen ser, en realidad, inseguras. Según el psicólogo alemán Erich Fromm, esto se debe a un mecanismo de defensa (1991). Proyectan una autoconfianza artificiosa y parecen convencidos de todo lo que dicen, es por ello que pueden resultar persuasivos y ser capaces de actuar como si tuvieran una gran autoestima. 

2. Exceso de autoestima: 

Se observa que se valoran excesivamente a sí mismos. No obstante, el investigador D.M. Svarkic sostiene que esta actitud puede indicar justo lo contrario: una autoestima frágil que intentan compensar mediante esfuerzos para ser respetados, reconocidos y admirados por las demás personas. 

3. Los sentimientos de grandeza:

La persona egocéntrica cree ser poseedora de grandes talentos y habilidades especiales, y piensa que sus problemas y necesidades solo pueden ser atendidos por personas con gran capacidad y prestigio. El entorno de la persona egocéntrica suele emplear algunas expresiones para referirse a esta actitud, como por ejemplo "se cree un/a divo/a". 

4. Ambición y expectativas desmedidas: 

A consecuencia de sus sentimientos de grandeza, las personas egocéntricas pueden estar focalizadas constantemente en sus fantasías de poder, éxito, amor, sexo, etcétera. No es raro que piensen que en cualquier momento su vida profesional eclosionará y se convertirán en millonarios. 

5. Distorsión de la realidad:

El egocéntrico solo acepta la realidad que encaja con sus ensueños de grandiosidad. Tiende a no dar crédito o simplemente rechaza aquellos aspectos de su vida que ponen en tela de juicio su prestigio y su imagen de persona perfecta y admirable. 

6. No es capaz de reconocer los sentimientos delos demás: 

La pobre manifestación de sentimientos y gestos afectivos hacia las personas de su entorno (mostrarse sensible le haría sentirse inferior) contrasta con la necesidad del egocéntrico de ser admirado, halagado y respetado. Se muestra poco sensible ante los demás. 

7. Dificultad para valorar las características personales de las persona de su entorno:

Este punto genera una falta total de compromiso, empatía y afectividad entre la persona egocéntrica y sus allegados. Hipersensibilidad a la evaluación de los demás 

8. Reacciona de forma excesiva ante las críticas que recibe: 

Aunque pueda no expresarlo de forma directa, el individuo con personalidad egocéntrica es muy proclive a sentirse ofendido ante cualquier crítica (Kohut, 1972). Considera que los demás no tienen suficiente nivel o autoridad para juzgarle, y que probablemente las críticas se deban a la envidia que despierta. Suelen mostrarse excesivamente susceptibles. 

9. Se compara con los demás y siente envidia: 

Le preocupa sentirse valorado como mejor que los demás. De forma indirecta, la persona egocéntrica expresa sentimientos de envidia, ya que no es capaz de aceptar el éxito ajeno. Tampoco son capaces de aceptar la ayuda de otra persona. Este último punto es paradójico, puesto que a pesar de que necesitan recibir elogios y respeto por parte de los demás, se muestran incapaces de aceptar ninguna clase de ayuda. Dificultades en las relaciones interpersonales. 

10. Exhibicionismo: 

La personalidad egocéntrica también se manifiesta en ciertas actitudes como la motivación por el placer de sentirse halagado y admirado. Esto suele observarse en el deseo excesivo de esperar ser recompensado con halagos por los demás, y también una necesidad permanente de acaparar la atención. Por este motivo suelen mostrar mucha tendencia a ocupar cargos de repercusión pública, a partir de las cuales puedan ser objeto de atención y admiración (Akhtar y Thompson, 1982). 

11. Sentimiento de tener derecho sobre otras personas:

Esto implica que la persona egocéntrica se cree con derecho a un trato preferente y a privilegios respecto a los demás. Esto se manifiesta en las muestras de orgullo, vanidad y en los momentos en que se exige que se le otorguen ciertos privilegios. 

12. Maquiavelismo: 

El Maquiavelismo se define como la tendencia a utilizar a las demás personas en beneficio propio. Este comportamiento refuerza en la persona egocéntrica fuertes sentimientos de envidia, y solo se interesa por las demás personas en la medida en que puede emplearlas para obtener algo a cambio. 

13. El control sobre los otros (manipulación): 

La personalidad egocéntrica precisa de una alta cuota de poder para poder compensar el sentimiento de inseguridad de fondo. El individuo egocéntrico trata de forzar a otras personas a que les ofrezcan su admiración incondicional a través del control sobre sus ideas, acciones o comportamientos; a través de la manipulación o el chantaje emocional. 

14. Distorsión en la expresión verbal: 

Es habitual referir esta característica como “egocentrismo del lenguaje”. El objetivo fundamental del lenguaje basado en el yo es tratar de impresionar e incrementar su propia autoestima. La función comunicativa del lenguaje pasa a un segundo plano. El estilo comunicativo se caracteriza por una focalización constante en uno mismo, y por ser incapaz de escuchar al interlocutor. 

15. Solitario y pesimista:  

La persona egocéntrica, por último, se caracteriza por sufrir sensaciones de vacío existencial y tristeza. La soledad es uno de los peajes de la personalidad egocéntrica, puesto que poco a poco van siendo rechazados por las personas próximas (amigos, familiares, compañeros).

Esteban Crespo Almara.

Estar siempre a la defensiva.

¿Por qué algunas personas están siempre a la defensiva? ¿Por qué siempre estamos con una actitud defensiva?  

Estar a la defensiva es una actitud aparentemente de auto-protección, en previsión de un peligro o de alguien que nos pueda dañar. Cuando adoptamos éste rol, nos trasformamos, y todo nuestro cuerpo se pone en alerta, hablando por nosotros, ya que el lenguaje corporal indica que hay tensión, rigidez y actitud de defensa.

Además, nuestro lenguaje no verbal se modifica respecto a otra situación dónde no se ejerce ésta actitud. Éste lenguaje utiliza un tono más serio, mayor velocidad hablando, gestos faciales de incomodidad, desagrado e incluso de peligro. Sin ninguna duda, aunque no digamos ni una palabra, estar a la defensiva es una forma de relacionarnos con el mundo que nos trasforma y se hace notar.

Cabe agregar, del lenguaje corporal y no verbal, también nos expresamos de una determinada forma cuando estamos a la defensiva, es decir, nuestras palabras pretenden protegernos de un posible ataque o peligro, y podemos hacer uso de las justificaciones o del ataque o reproche al otro. En muchos casos, la forma de expresarnos es inadecuada y poco respetuosa, ya que nos sentimos dolidos, incómodos o enfadados con el entorno, por lo que ha ocurrido o por lo que imaginamos que vaya a ocurrir. 
Es posible que fruto del malestar, como dice el refrán “la mejor defensa es un buen ataque”, y sin tener demasiados motivos, utilicemos el ataque, el reproche, la ironía, el sarcasmo o incluso expresiones hirientes, con la intención de que eso nos salvaguardará o nos colocará en la misma situación que la persona de la que tenemos que protegernos. Así, lejos de protegernos o sentirnos bien, la actitud defensiva nos pone en guardia, en tensión, y nos sentimos molestos, enfadados o incluso irascibles.
De forma subconsciente, pensamos más en cómo vamos a defendernos de un ataque, aunque no se haya producido, más que en aprovechar la situación, disfrutarla o sencillamente aprender de ella, observando y conociendo a la persona que tenemos delante. Pero realmente, lejos de protegernos, estar a la defensiva nos daña, ya que cada vez quenos encontramos inmersos en esa actitud, elmalestar es mayor. 
En realidad no nos protegemos de nada ni de nadie, si cabe; quedamos más al descubierto, mostrando a la otra persona nuestros sentimientos y nuestra falta de estrategias para encajar y afrontar de forma eficaz la situación. Sin lugar a dudas, cuando caemos en mantener una actitud defensiva, es porqueno nos sentimos a resguardo, o lo que es lomismo, no nos sentimos ni fuertes ni seguroscon nosotros mismos. 

Por eso, necesitamos protegernos, defendernos y de alguna manera,hacerlo saber. En primer lugar, hay que hacer un esfuerzo por percibir las situaciones externas de laforma más objetiva posible, es decir, sin atribuir a ellas el peligro que nos haráponernos a la defensiva. 
Es más adecuado, observar la situación como un espectador antes de interpretarla y así, nonos sentiremos atacados por ello. Ya que es posible que haya otras explicaciones menos alarmantes para esa situación y que no requerirán de nuestra actitud defensiva, pues es posible que no se trate de ningún ataque. Sin duda, para protegernos es necesario trabajar con y por nuestra seguridad personal, para ello, conviene cuidar de forma adecuada de nuestra autoestima y autoconcepto. 
Conocernos lo suficiente para tener claro quiénes somos, qué queremos en la vida y cómo vamos a conseguirlo, será un buen sostén para que lo ocurra a nuestro alrededor no nos afecte, ya que no se tratará de un ataque, sino de una mera opinión discrepante o diferente a la nuestra. 

Siempre y cuando, tengamos claro cómo somos y cómo perseguiremos nuestros sueños, no necesitaremos estar a la defensiva, ya que nos sentiremos seguros por ello.

Esteban Crespo Almara.

DIFÍCIL... PERO VALE LA PENA...Ser padres.

Qué difícil es a veces ser madre. (Y lo digo así, de entrada, para que nadie diga que nunca avisé).
Qué difícil es no enfadarse cuando delante tienes a tu hijo que hace exactamente lo contrario de lo que querías que hiciera. 
Qué difícil es no tomártelo como una ofensa, decirte “no es nada personal, es pequeño”.
Qué difícil es toparse con su rabia incontrolada, su estallido de emociones, su malestar que todo lo tumba.
Qué difícil es acompañarlo de cerca, agacharse, no juzgar, callar.Porque… es muy difícil conseguir detener las frases que se amontonan en el cerebro y que luchan a ver cuál es la más gorda y quieren salir por tu boca y herir, herir igual que te están hiriendo ti. 
Qué difícil es mantener la boca cerrada y no decir ninguna tontería de la que luego, seguro, (lo sabes) te arrepentirás. Es tan difícil mantener la cabeza clara y no hacer caso a lo que te dice esa vocecita de años y años de creencia de que los niños son unos manipuladores…! Mantener la cabeza clara y no hacer caso cuando la vocecita en forma de diablillo te dice “te está tomando el pelo, debes demostrarle quién manda aquí, ya basta de llorar, que se calle, que se comporte, que se controle, eso ya lo debería saber hacer, ya es bastante mayor para saber eso”, etc.

Es tan difícil aguantar esa presión que sube por el abdomen y que, lo sabes, es agresividad. No la suya, sino la tuya. Es tan difícil aguantar el miedo que te hace sentir eso. Eso, por el hijo que tanto amas… 
Aguantarla allí, atada de manos y pies para que no se escape. Ya gritarás más tarde cuando nadie lo oiga, pero ahora no. Qué difícil es decirse “ahora lo importante es él, no yo!” y estar a la altura. 
Es tan difícil conectar con el amor profundo que sientes hacia este pequeño que ahora grita y llora, y que te rechaza y te empuja y no quiere saber nada de ti. 
Es tan difícil no engancharse a su emoción y mantenerse al margen, centrada, sabiendo que son “sólo” emociones desbocadas.
Es tan difícil en estos momentos no sentir el niño pequeño que todos tenemos dentro que también grita y llora y quiere ser escuchado porque en su momento tampoco fue acompañado como quería y necesitaba. 
Es tan difícil no conectar con la carencia que un día sentimos y centrarse sólo en el adulto que somos hoy.
Es tan difícil lidiar con el malestar de tu hijo cuando estás cansada, cuando quieres dormir, cuando tienes prisa, cuando tienes que atender al hijo menor, cuando no puedes (simplemente) atender en ese momento esa necesidad de explotar, de atención, de “¡hazme caso ahora!”.
Es tan difícil no levantar el tono de voz, no permitir que se escape un “aquí mando yo!”, no aplicar la autoridad como no soportabas que te la aplicaran a ti. 
Es tan difícil no caer en los mismos errores y dejar de propagar la cadena una generación tras otra…
Es tan difícil aceptar que a menudo no tenemos ni idea de cómo gestionar las emociones en forma de rabia, de llanto ensordecedor, de ira de nuestros hijos. 

Aceptar que a pesar de que lo queremos hacer tan bien como sabemos, a menudo lo hacemos de pena. 
Aceptar que en muchos momentos nos desconectamos del amor y lo que nos viene es rabia y ganas de salir a correr y no volver jamás.! 
Aceptar que a pesar de que decimos que le queremos incondicionalmente, a menudo lo amenazamos, le hacemos chantaje y mostramos a nuestro hijo que nuestro amor es mucho más condicional de lo que se pensaba. Es tan difícil, cuando tu hijo te dice “déjame, no te quiero, quiero a papá (o mamá)”, no notar esa punzada en la autoestima, ponernos en su lugar, entender qué nos pide, qué necesita… 
Es tan difícil, en ese momento, mirarle los piececitos y ver que “sólo” está creciendo, que es pequeño, que aún no sabe decirte lo que le ocurre de otra manera…
Es tan difícil, una vez ha pasado la tormenta, no hacerlo sentir culpable. O culpabilizarnos nosotras y esparcir la culpa por toda la casa… Quedarnos hechas polvo y verlo todo de color gris oscuro tirando a negro…
Es tan difícil, después de unos cuantos días difíciles, no comparar tu hijo con el resto de niños de la clase, del vecindario, del grupo de amigos… y no pensar que el tuyo es el más difícil de todos…!
Es tan difícil no sentirse sola en plena tormenta… no tener ganas de tirar la toalla y decir “que alguien me releve que yo me bajo”… no tener ganas de meterse en la cama y dormir 16 horas seguidas…
Es tan difícil no pensar, en algún momento, “como es que nadie me había dicho lo difícil que era ser madre!”Y justamente…Quizás por eso, porque es tan difícil, porque el compromiso adquirido cuando decidimos tener un hijo era tan bestia, quizá por eso, es tan importante y tan trascendente SENTIR que: Vale la pena. Vale mucho, mucho la pena.


Sencillo y humilde consejo:

Nuestros hijos aprenden con las experiencias que les generemos es decir con el ejemplo, no con las palabras solamente... Recuerden esto: -"dime y lo olvidó, enséñame y lo recuerdo, involucra me y lo aprendo."

Esteban Crespo Almara.

Consejos básicos para que tú hijo no sea mal enseñado.

Cuando piensas en un niño malcriado, puede que te imagines un niño que lo tiene todo. Pero no son los bienes materiales en exceso lo que provoca que un niño crezca malcriado, sino que es el comportamiento de los padres y la manera de educarlo lo que realmente va a afectar a su futura personalidad. 
Para llevarse bien con un niño malcriado puede ser más fácil dejarse llevar por sus exigencias y ceder a su manipulación, pero lo único que se consigue con ésto es dejarle claro que puede conseguir lo que quiera en el momento que quiera. Pese a que, en ocasiones, ceder al chantaje puede parecer lo más a apropiado, a la larga la persona que va a sufrir la mala educación de los padres, es el propio niño malcriado. Si tienes un hijo.

Estos son algunos errores de enseñanza que puedes cometer.: 

1). Hacer que tú hijo sea el centro del universo. 

Seguro que quieres lo mejor para tu hijo, pero hacer que sea tú prioridad “todo lo que se les antoja” en cualquier circunstancia, le enseña que que el mundo gira entorno a él . Esto puede tener un efecto negativo en el desarrollo de tu hijo, pues éste puede no considerar las necesidades de otras personas en el futuro. Los niños deben aprender a dar y recibir, no solamente recibir. Además, deben aprender a entender que no todo en la vida se puede conseguir sin esfuerzo. 

2). No reforzar su comportamiento positivo.

Los padres ocupados pueden no notar cuando su hijo está tranquilo sin hacer nada malo, y sólo le prestan atención cuando hace las cosas mal. Si no refuerzas las conductas positivas de tu hijo, puede que no entienda que lo está haciendo bien. Además, reforzar las conductas positivas es un premio a su buen comportamiento. 

3). Reforzar conductas negativas.

En muchas ocasiones, los padres no sólo ignoran las conductas positivas, sino que refuerzan las conductas negativas. Si sólo le prestas atención a tu hijo cuando llora, le estás enviando el mensaje equivocado, ya que es posible que aprenda que únicamente llorando consigue toda tu atención. 

4). No poner límites a tu hijo. 

Si no pones normas y no se las haces cumplir a tu hijo, es posible que crezca siendo maleducado, no cooperativo e irrespetuoso. Los niños pequeños necesitan saber dónde está el límite para que no se conviertan en individuos incivilizados. Parte del trabajo de los padres es enseñar valores moral y social, tales como el respeto o la paciencia. 

5). No hacer cumplir las normas de modo coherente. 

Mientras algunos padres no ponen límites al comportamiento de su hijo, otros ponen límites ambiguos o incoherentes. Por ejemplo, un padre no le deja a su hijo que diga malas palabras unos días, pero a su hermano mayor sí, acaba confundiendo al niño. Si las reglas que le pones a tu hijo no son coherentes o son ambiguas, esto perjudicará a su aprendizaje de normas. 

6). Hacerle regalos a tu hijo cuando no toca. 

Lo que le regales a tu hijo no es tan importante como el cuándo se lo regales. Por ejemplo, comprarle un celular a tu hijo solamente por el hecho de estar aburrido con la que le regalaste hace dos meses puede enseñarle a no valorar las cosas que tiene, y eso puede perjudicarl en el futuro. 

7). Ceder los berrinches. 

Ceder a los berrinches de tu hijo es una manera de reforzar las conductas negativas, y le enseña a tu hijo que puede conseguir todo lo que quiera con sus “rabietas”. A la larga, es mucho más beneficioso hacerle entender que las cosas se consiguen dialogando o cumpliendo con las obligaciones. 

8). Actuar como un niño malcriado.

Tú eres un modelo para tu hijo, y cómo interaccionas con los miembros de tu familia es algo que puede aprender e imitar. Si te comportas de manera infantil delante de tu hijo, es muy posible que piense que esa es la manera de actuar.


Esteban Crespo Almara.