jueves, 6 de junio de 2019

Economía Domestica (Economía Familiar)

Aprender sobre finanzas y/o economía, organización, diseñar estrategias y controlar nuestra economía doméstica requiere tiempo; tiempo que tenemos que marcarnos en función de nuestras necesidades para controlar fielmente nuestra situación y para aprender sobre todo aquello que no sepamos. El aprendizaje y la reflexión son los pilares principales de una correcta administración domestica.

¿Qué es la economía doméstica?

Debemos entender por economía doméstica el conjunto de medidas de orden y administración de la economía de una casa. El objeto principal de la economía doméstica es regular, controlar, proveer y satisfacer a cada uno de los miembros de la familia de recursos suficientes para tener una mejor calidad de vida. Es ahí cuando entra a operar la economía doméstica (o economía del hogar). El concepto de economía doméstica es una rama de la economía de por sí, definiéndose como la profesión o campo de estudio que se encarga de la economía en el hogar, ya que se refiere a los gastos, inversiones, ahorros y/o comercialización que hacen los integrantes de esta, ya sea por subsidio estatal, jubilación, trabajo en blanco y/o negro, emprendimiento propio, etc. Además incluye temas como la educación del consumidor, la gestión institucional, el diseño, amueblamiento, infraestructura del hogar; la limpieza, la artesanía, la vestimenta, la cocina, la nutrición, la conservación de alimentos, la higiene, el desarrollo infantil y las relaciones familiares. Esto enseña cómo llevar adecuadamente el entorno familiar y hacer de la sociedad un lugar mejor para las generaciones venideras.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “En Argentina este tema, Economía Domestica, ha estado oculto porque, por lo general, esta gestión ha sido sostenida en su mayoría por mujeres y porque, a pesar de su gran importancia, esta administración no se paga y no es valorizada por el mercado. Por tanto, la economía doméstica queda más bien en el ámbito privado de las familias y personas en parejas o individuales, y pocas veces se transforma en una preocupación desde la sociedad en su conjunto. Un gran error desde mi punto de vista; ya que una fuerte y soberana Economía Nacional se empieza por la base y la base es la Economía Domestica”.-

Así entonces, podemos definir, resumiendo, a la economía doméstica como la unidad básica de consumo o gasto de una familia y personas en parejas o individuales, con dos funciones básicas de conocimiento popular:
Función de consumo: Se adquieren los servicios y los bienes necesarios.
Función del ahorro: La simple ley de que lo que no se gasta, se ahorra.

Llegando esto a convertirse en un emprendimiento informal común en Argentina y que se realiza desde el hogar para apoyar a la economía familiar, de una forma gratuita y muchas veces sin reconocimiento de los demás integrantes de la misma ni de la sociedad.

.Economía doméstica en tiempos de crisis.

Dentro del actual contexto de crisis económica, nuestros ingresos tienden a disminuir, los gastos a aumentar y la posibilidad de cubrir el desequilibrio financiero incrementando el endeudamiento, con un costo cada vez más caro, puede desembocar en una situación alarmante, crítica y en ocasiones muy difícil de revertir. Desde hace unos años atrás, por lo menos en el ámbito de la economía doméstica, podemos decir que comenzamos a sentir los impactos de la crisis que azota al país, en términos macro y micro económicos desde principio del 2014 y profundizándola más con el actual Modelo Económico Nacional de la Administración de Cambiemos, Gobierno del Ing. Mauricio Macri.

Esta realidad se va deslumbrando poco a poco, con el correr de los días, y sin darnos cuenta sufrimos sus consecuencias, a veces sin poder anticipar las mismas y con la invariable pérdida de oportunidades para atenuar o evitar sus efectos indeseados. Para esto, en tiempos de inestabilidad económica, lo primero que se genera es la incertidumbre sobre cómo se van a comportar las variables económicas del sistema general, que tarde o temprano terminarán irrumpiendo en la economía y finanzas personales y familiares, (Economía Domestica).

En todo esto, habrá cuestiones que no podremos evitar que sucedan, pero no obstante con alguna cuota de precaución y organización, seremos capaces de evitar que nuestra situación económica  y financiera se agrave cada vez más. La devaluación de la moneda Nacional (Peso) hace que el poder adquisitivo de nuestros ingresos se vea deteriorado a medida que avanza el proceso inflacionario. Esto erosiona en términos reales la capacidad de compra de nuestros ingresos, por lo que en el tiempo podemos considerar que los mismos disminuyen.
Por otra parte, el incremento sostenido en el precio de los bienes y servicios, (luz, agua, gas, renta, teléfono, cable, Internet, etc) hace que el monto disponible sea cada vez menor. Este panorama cuando se presenta, hace que podamos caer en serios desequilibrios económicos y financieros en nuestro hogar. Gran parte de estas situaciones harán colapsar el presupuesto doméstico si continuamos con desmanejos de la administración hogareña. Por ello es fundamental asumir que dentro de un contexto de crisis económica, nuestros ingresos tienden a disminuir, los gastos a aumentar y la posibilidad de cubrir el desequilibrio financiero incrementando el endeudamiento. Para evitar este tipo de crisis se requiere de una especial disciplina en el presupuesto de ingresos y gastos.

Asimismo, organizar correctamente nuestra economía doméstica es el primer paso para poder regocijarse de unas cuentas saneadas, con todo lo que ello conlleva. Llevar un control adecuado de los gastos e ingresos que tenemos en nuestro hogar a lo largo de los años, meses y días; nos permitirá diseñar una imagen precisa de nuestra situación económica real. Gracias a ello, seremos capaces de tomar nuestras decisiones financieras con conocimiento de causa y seremos mucho más efectivos a la hora de conseguir nuestros objetivos económicos. Además, sabremos que seremos capaces de superar los imprevistos financieros que puedan presentarse, y esto se traduce en tranquilidad para afrontar nuestro día a día. Con el objetivo de preservar la buena salud de nuestra administración doméstica, algunas cuestiones a tener en cuenta para incorporar en nuestros hábitos son:

1. Estudiar y analizar la situación actual.

El análisis, la organización y planificación de nuestra economía doméstica debe servirnos para hacernos con el volante de nuestra situación financiera, identificando los puntos fuertes y los puntos débiles de nuestra economía hogareña. Una vez determinados estos puntos, estableceremos la forma de actuar para que nuestra situación evolucione hacia la dirección que nos proponemos. Pero no podemos saber cuál será el rumbo que deben tomar nuestras cuentas si no determinamos antes el punto de partida. Por ello, lo primero que deberemos hacer es un análisis pormenorizado de nuestra situación financiera actual. Para ello, tendremos que hacer un balance económico, de la misma manera que lo haría cualquier empresa. Así, determinaremos los activos y pasivos con los que contamos:
Activos: bienes muebles e inmuebles con los que contamos; ahorros; productos financieros de inversión, sueldo, etc.
Pasivos: hipotecas, alquiler, tarjetas de créditos, otras deudas y cualquier otros gastos importante al que debamos hacer frente a lo largo del tiempo.

Los ingresos en situaciones de crisis tienden a estancarse en términos nominales y disminuir en términos reales en el futuro.  En el momento de prever ingresos futuros debemos ser cautos en no estimar incrementos irreales en los mismos, a fin de evitar realizar gastos o tomar deudas que llegado el momento de abonarlos no vamos a contar con dichos ingresos.

2. Establecer un presupuesto doméstico (de Ingresos y Gastos).

Elaborar un presupuesto doméstico en el que contemplemos los ingresos y gastos de que dispone la familia nos ayudará a identificar las herramientas que tenemos para poder diseñar o modificar nuestra economía. También nos servirá para establecer el tipo de gastos y la cantidad total de gastos que tenemos. Para saber en realidad en qué situación se está, hay que incluir todos los gastos actuales, desde la vivienda hasta los pequeños desembolsos diarios. Y no se deben olvidar otros ocasionales como las vacaciones o mini vacaciones, salidas de fin de semana, los regalos de cumpleaños, navideñas, etc. Cuanta más información contenga el presupuesto, más válido es. Por ello, conviene recopilar los documentos necesarios: recibos de domiciliaciones, compras, extractos de bancos, libretas, talones y facturas. Si no se dispone de toda esta información, se pueden usar cantidades estimadas, lo más ajustadas a la realidad. En algunos meses se gasta más que en otros (el desembolso en comidas en diciembre no es el mismo que en abril y se consume más electricidad en enero que en septiembre), por lo que la estimación debe ser un promedio calculado.

Conociendo estos datos, podremos tomar decisiones encaminadas a priorizar y reducir estos gastos, con el fin de facilitar el ahorro. Es importante que seamos realistas al hacer este presupuesto familiar y que revisemos los gastos y los ingresos de manera mensual, con la intención de poder modificar posibles descompensaciones entre los gastos y los ingresos que puedan aparecer con el paso de los meses. Como hemos dicho, nuestro presupuesto contemplará:

Ingresos: aquí recopilaremos todas las entradas de dinero en el hogar, diferenciaremos diferentes tipos de Ingresos:
Ingresos profesionales: sueldos, pagas extras, bonus, propinas, indemnizaciones, etc.
Pensiones: jubilación, invalidez, viudedad, prestación por desempleo, pensión alimentaría, etc.
Ingresos financieros: rendimientos de productos financieros y otras inversiones, dividendos, alquileres cobrados, etc.
Otros Ingresos: subvenciones, etc.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “Las posibilidades para aumentar los ingresos pueden ser limitadas. Si la situación lo permite y sobre todo por la voluntad propia de cada uno,… ”.-

Gastos: recopilaremos todas las salidas de dinero en el hogar, diferenciaremos cuatro tipos diferentes en función de su importancia, con el objetivo de poder priorizar sus pagos según nos sea necesario y de eliminar los gastos superfluos. Estos cuatros tipos de gastos serán:
Gastos fijos serán los gastos que no podremos eliminar bajo ningún concepto.
Gastos vitales con pagos más o menos fijos y periódicos, como el gasto mensual en hipotecas o alquiler, el pago de créditos, etc.
Gastos variables son gastos necesarios en nuestro día a día, por lo que no podemos eliminarlos, pero sí podemos intentar reducirlos. En esta categoría incluiríamos las facturas mensuales de luz, gas, agua, calefacción, teléfono e Internet, etc. Son servicios que necesitamos, pero que, con una correcta planificación, revisando ofertas y modificando un poco nuestros hábitos, podemos hacer que las facturas se reduzcan.
Gastos discrecionales son gastos que podríamos eliminar sin demasiados problemas de nuestro día a día en caso de que la situación lo requiriese. En este ámbito, incluiríamos gastos relacionados con temas de ocio, caprichos, gastos como el tabaco, etc. Son los primeros de los que deberíamos prescindir en caso de que busquemos reducir nuestros gastos.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “Si los gastos son superiores a los ingresos, el saldo mensual será negativo. Esto puede ocurrir en algún mes y compensarse en otros, para que el saldo anual sea positivo. Sin embargo, se debe conocer cuándo ocurre y en qué magnitud, para evitar situaciones que comprometan la economía domestica”.-

Contar con una previsión de ingresos y gastos mensuales nos va a permitir organizar un presupuesto. Esto nos dará una clara perspectiva de los gastos fijos y variables y de los recursos con los que verdaderamente contamos para afrontar la totalidad de pagos mensuales.

3. Gastos hormigas.

En caso de registrar los gastos que efectuamos, el análisis de los mismos nos va a permitir detectar aquellos gastos hormigas (Gastos discrecionales) que nos generan un egreso de dinero, pero que no los tenemos en cuenta en la previsión de gastos fijos y variables en nuestra economía doméstica. Estos gastos, generalmente, son menores, habituales, no planificados, y que solo tienen incidencia en la economía de la casa si los podemos identificar y sumar. Una vez identificados, vamos por ellos.

4. Organizar las deudas.

El detalle de los compromisos de pagos con sus fechas de vencimientos, plazos de pagos (meses) y el monto de cada uno, hace que nos permita ver más en detalle qué posibilidades tenemos de asumir nuevas deudas, evitando la acumulación de vencimientos en el tiempo por sobre nuestras posibilidades efectivas de pagos. Además hace posible la planificación del orden de cancelación de las mismas (teniendo en cuenta el costo financiero y plazo de cada una).

5. Definir nuestros objetivos económicos.

Una vez que hemos determinado nuestra situación económica actual y que hemos elaborado un presupuesto mensual, tenemos la información que necesitamos para poder tomar decisiones con un cierto fundamento. El siguiente paso será definir nuestros objetivos económicos a corto, medio y largo plazo. Estos objetivos deberán ser alcanzables en función a nuestro nivel de gastos e ingresos y condicionarán directamente la dirección de estrategia financiera. Nuestros objetivos pueden contemplar una reducción de deudas, el ahorro para hacer frente a determinados gastos importantes (compra de vivienda, estudios de los hijos, etc.), el ahorro para la jubilación, etc.

Hay una regla general en la economía doméstica que aplica en una realidad de crisis, donde nos tenemos que volver extremadamente cuidadosos en la asignación de nuestros ingresos a los gastos:
El 70% de los ingresos debemos asignarlos a gastos de vivienda, educación, salud, alimentación y transporte; Y el 30% asignarlo por partes iguales a la cancelación de deudas, ahorros y esparcimiento. Una vez cancelada la deuda, destinar el 20% del monto al ahorro.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “Es un error pensar que hay que ahorrar lo que sobre; primero el ahorro y luego el gasto… Ahorrando, todo se puede...”.-

En un contexto donde los ingresos se ajustan y los gastos crecen excesivamente, el margen de ahorro se ve muy disminuido, no obstante con un ajustado presupuesto puede quedar alguna parte de los ingresos que podemos ahorrar con algún objetivo específico. Para llegar a buen puerto con el objetivo propuesto, es importante considerar que el medio en el que vamos a ahorrar nos permita conservar el poder adquisitivo de la moneda. Alguno de los destinos de estos ahorros puede ser en divisas extranjeras (dólares o euros) o en metales preciosos (oro), entre otros. En caso de optar por colocaciones financieras, las mismas deberán tener un rendimiento superior al de la inflación esperada para el período de inmovilización.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “El dinero que no genera rendimientos es dinero perdido, se deteriora y caduca. Esta pérdida de valor en el tiempo es latente si no somos capaces de pensar una serie de sistemas que hagan generar el dinero más dinero. La base de las finanzas se encuentra ahí: el dinero debe circular, transformarse, pasar de un activo a otro, con el objetivo de mejorar cada día la rentabilidad que generan los ahorros y el patrimonio líquido. Las fórmulas para hacer trabajar el dinero son muy variadas. Tengamos presente que entramos en el campo de las inversiones, en asunción de niveles de riesgo y en la capacidad que puede tener cada producto para generar mayores rendimientos monetarios...”.-

6. Establecer nuestra estrategia financiera.

Habiendo definido nuestros objetivos económicos ya sabemos hacia dónde queremos dirigirnos. Lo que debemos hacer ahora es valorar todos los datos que hemos recopilado hasta el momento y ver cuál es la mejor forma de conseguir que nuestros objetivos se materialicen. Para ello, y basándonos en nuestros ingresos y en nuestras necesidades de gasto mensuales, decidiremos qué gastos deberemos eliminar, cuáles debemos reducir, qué inversiones vamos a emprender o qué tipo de productos financieros nos van a ayudar a conseguir cumplir con nuestros objetivos.

Lic. Esteban Crespo Almara: - “Implicar a la familia en la estrategia financiera hogareña… Es mejor incluir a la familia y dar a conocer con detalle los gastos de cada uno de sus miembros para confeccionar un presupuesto útil. Para conseguir el objetivo y reducir gastos, todos tienen que colaborar de una u otra forma… Para aquellos jóvenes que quieran hacerse de sus primeras finanzas deben buscar un ingreso honesto… luego, considerar el concepto ahorro como cultura financiera, posterior a ello, considerar que del total de sus ingresos, reserve un 20% para ahorro, otro 20% que lo disfrute con su familia, amigos, pareja, etc., un 15% obligatorio a la entrega del quien maneje la administración hogareña (si aun vive bajo el techo de sus padres) y el saldo que lo use para administrar sus cuentas”.-

7. Controlar y hacer un seguimiento de nuestra estrategia.

Nuestra economía doméstica no depende de factores inamovibles, sino que es algo orgánico que va variando en el tiempo según varían nuestras circunstancias personales. Por ello, es importante que revisemos y reajustemos nuestra estrategia periódicamente. Deberemos analizar nuestra situación económica; repasar y actualizar nuestros presupuestos mensualmente para detectar nuevos gastos o encontrar nuevas oportunidades de ahorro; redefinir y priorizar nuestros objetivos económicos; y concluir si nuestra estrategia económica está facilitando la consecución de nuestros objetivos acorde a lo planificado, o si por el contrario necesitamos hacer algún que otro cambio.
Llevar un correcto control de nuestra economía doméstica requiere de una cierta inversión de tiempo y de trabajo, sin embargo, nuestras cuentas lo agradecerán. También hay que destacar la importancia de que todos los miembros de la familia conozcan y hagan suyos los objetivos, necesidades y estrategias financieras del hogar. De esta manera, todos focalizarán sus esfuerzos a la consecución de los objetivos marcados. Y una vez que tenemos control de nuestras finanzas, obtendremos también la tranquilidad necesaria para disfrutar al máximo de nuestra familia.

 Lic. Esteban Crespo Almara: - “…para transitar momentos de crisis donde nuestra economía doméstica se ve amenazada, es fundamental enfocarnos en mantener un ajustado equilibrio entre nuestros ingresos y gastos; y estar atentos a los “gastos extras no planificados”, y con qué los afrontaremos, para que nuestra realidad económica de todos los días transcurra sin sobresaltos…”.-

Tarjetas de créditos.

Lo mejor que podemos hacer es guardarlas y olvidarnos dónde para evitar la tentación de utilizarlas en tiempos de crisis. El costo de la utilización de la tarjeta de crédito y su acumulación en el tiempo, nos puede meter en una situación muy compleja de salir. Por ello, es importante que ese “crédito” que tenemos sea como la rueda de auxilio del automóvil, que nos permite acudir a su uso en casos extraordinarios. Los gastos fijos y variables habituales de cada mes deben financiarse con los ingresos habituales. Caso contrario, corremos el riesgo de comenzar a gastar más de lo que tenemos. La tarjeta de crédito tiene un costo implícito y otro costo financiero explícito. Vamos a analizar el primero, el que “no se ve a simple vista”. Cuando compramos algo en cuotas, al precio de venta pactado se le agrega un porcentaje mayor (por ejemplo un 20%). Del resultante, se estipulan las cuotas, por lo cual el precio que compramos con la tarjeta pasa a ser un 20% más caro que el precio de contado. Por su parte, el costo explícito surge con el colapso de nuestras finanzas domésticas, cuando nos vemos imposibilitados de abonar la suma total del resumen y optamos por pagar el mínimo. El mayor costo financiero que actualmente azota a la economía doméstica, son las altas tasas de interés de las tarjetas de créditos.

Trucos para ahorrar dinero, más aún en tiempos de crisis.

Realizar un emprendimiento informal en pequeña escala que se dan en el seno de un hogar, sin incurrir en una inversión extraordinaria, cuya operación y administración es realizada por miembros de la familia, pudiendo ser servicios o productos, utilizando los recursos materiales propios de las actividades cotidianas. Con la finalidad de propiciar un ingreso adicional para las necesidades propias de la familia.
Hay que estar atento a esos “gastos fantasma” que pasan inadvertidos, pero restan (membresías de clubes o gimnasios a los que hace mucho que no se concurre, de servicios web que no se usan).
Dedicar una hora a revisar el estado de las cuentas personales.
Se puede asumir, también, como reto de fin de semana, pasar un día entero sin gastar un sólo peso.
El gasto fantasma a los “consumos vampiro” de los electrodomésticos (televisores, cargadores de celulares, computadoras portátiles o de escritorio, microondas, equipos de sonido, aire acondicionado y estufa, entre otros), esos que hacen que sigan gastando energía aún cuando estén apagados y que se ponen de manifiesto en una pequeña lucecita que queda encendida.
Otro gasto fantasma es “la comodidad”. Esta hace que se pierda el control sobre gastos considerados “hormiga” que se convierten en hábito (por ejemplo, el comprar comida hecha en lugar de prepararla en casa o tomar un taxi por pocas cuadras en lugar de caminar).
Evitar las compras por impulso. Muchas veces nos compramos cosas por darnos un capricho bajo el lema “para algo estoy trabajando”. El consumismo impulsivo es el peor enemigo del ahorro y puede alterar tu presupuesto sin que te des cuenta. Si no te hace falta inmediatamente, espera a final de mes e invierte parte de tus ahorros.
Evitar los cargos e intereses por pagos atrasados. También al pago del monto mínimo de la tarjeta de crédito.
Compras online o redes sociales: es cierto que podemos encontrar ofertas escandalosamente buenas en productos de todo tipo. Eso sí, antes de comprarla se debe plantearse si verdaderamente se necesita. Por que cualquier gasto imprevisto afectará directamente a tú capacidad de ahorro.
Es importante estar atento a las emociones emocionales cuando se sale de compras. Estar triste, solo, enojado o haber tomado demasiado, hacen que se gaste de más.
No hacer las compras con hambre.
Los gastos fijos no deben superar el 60% del ingreso.
Siempre se debe tratar de disponer de un fondo de emergencia.
No descuidar el mantenimiento del hogar. (por ejemplo, un problema de humedad aparentemente menor desatendido hoy puede convertirse mañana en una emergencia a solucionar, para la que habrá que llamar a un entendido y abonar una suma mucho mayor).
Realizar una compra grande al mes o dos de alimentos no perecederos y productos de limpieza.
Comparar precios y buscar ofertas (no es necesario que vayas de un supermercado a otro mirando los precios, aunque nunca es mala idea. Puedes preguntar a tus familiares, amigos y compañeros de trabajo dónde compran y comparar la relación calidad-precio de los productos).
Llevar sólo el efectivo que se piensa gastar.
Tener un espíritu crítico frente a las ofertas, comprando sólo lo que se había planeado comprar.
Elaborar previamente un listado de las cosas u objetos que se va a comprar.
La presión social es otro factor que, aún en la adultez, hace que los consumidores, en ocasiones, compren lo que no necesitan, sólo porque otros lo tienen.
Disminuir o cancelar el pago del diezmo y/o las ofrendas, colectas, etc a instituciones religiosas.
Ahorro en los productos de temporada. Los productos de consumo llamados de temporada deben ocupar nuestra atención permanentemente. Pensemos, por ejemplo, en las frutas y verduras de primavera y verano, cuya venta y consumo no pueden detenerse.
No hacer gastos anticipados sobre posibles ingresos o futuras ganancias.
Gastar siempre menos de lo que se tiene, aunque no menos de lo necesario.
… etc.


Autor: Lic. Esteban Crespo Almara.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario