miércoles, 24 de agosto de 2016

No, simpre tenemos LA RAZÓN en todo.

Uno de los habituales generadores de discordias y conflictos en la vida cotidiana proviene de quienes sienten tener la razón en todo. La sensación de tener razón puede conducir a severos errores cuando el sujeto carece de la capacidad para advertir los cambios y variaciones de sus allegados y no es cauto para tolerar y reconocer tales cambios. 

Por eso, la sensación de tener la razón es paradojal y nunca debe apresurar a quien cree que siempre la tiene, a emitir juicios con un matiz descalificador o, incluso, enaltecedor.

Tal cautela requiere el ejercicio de una conciencia atenta al cambio de la realidad y de una  modestia que no recurra al apuro ni a la imposición. De allí que no basta con tener razón. Es necesario tener ciertas cualidades que no la hagan malograr por no saber manejar ni entender los innumerables detalles que rodean la vida y la relación con los demás. 

De lo contrario, tener razón desconociendo los matices de  la realidad propia y circundante, implicaría el riesgo de desviar el camino de la verdad y sembrar más caos en la mente propia y ajena. 


El tener razón desencadena una serie de estados psico-emocionales que, en muchos casos, no configuran una cualidad sino un riesgo. En tal sentido, podríamos enumerar algunos comportamientos frecuentes que se presentan en la vida cotidiana de quienes creen o sienten tener razón:
  • Soberbia: quienes tienen razón y la hacen valer con rigidez.
  • Vanidad: los que sienten que tienen razón y hacen ostentación de ello.
  • Indiscreción: los que tienen razón y la divulgan de manera imprudente.
  • Falta de tacto: quienes sienten tener razón, y probablemente la tengan, pero insisten y presionan a los demás para que la acepten, dando lugar al avasallamiento y a la imposición.
  • Debilidad: quienes tienen razón y no la hacen valer por desconfiar del propio tacto para comunicarse con los demás.
  • Necedad: quien tiene razón y, con ella en la mano, condicionan a quienes lo rodean para ser admirado o halagado.
  • Arrogancia: el que tiene, o cree tener razón y humilla por vanidad.
Como vemos, ante las diferentes circunstancias que se presentan en la vida, en el trato con los demás surge el problema de quién o quiénes tienen razón. Aquí podría radicar el germen de la discordia, de la competencia, de la manipulación y de la envidia entre los seres humanos.
Esto significa que se requiere, aparte de tener razón, algunas cualidades para que la posesión de la razón no se vea opacada o marchitada por los comportamientos enumerados en quien dice poseerla. Pues cualquiera de las deficiencias mencionadas anula el mérito de tener razón y coloca al poseedor en situación desfavorable.
El valor de poseer la razón en algo no es suficiente si no se posee tacto y delicadeza para esperar y dar tiempo a la comprensión de dicha razón por parte de los demás. Quien es consciente de la razón que posee, siente el deseo de vincularse con quienes lo escuchan y de observar de manera objetiva y serena sus intereses e intenciones. Fundamentalmente, quien tiene razón debe saber observarse a sí mismo a fin de no caer en el apresuramiento y en la falta de ubicación y de oportunidad en el momento de formular una expresión o comentario.
Y si a ello se agrega el caso de tener que tratar con aquellos que también sienten tener razón, la exigencia de ser sutil y preciso en la observación se hace evidente. De allí que quienes advierten que tienen razón y son cautelosos frente a los demás, poseen los atributos propios de la persona ubicada y modesta. Esta es una condición cuya observancia permitirá el logro de un trato afable, el intercambio enriquecedor y el ejercicio sincero de la tolerancia.

Esteban Crespo Almara. 

La sabiduría para actuar y vivir sin reproches.

Para mantener o restablecer el impulso creativo de la alegría cotidiana, se hace necesario un aprendizaje que permita vivir con intensidad los instantes y momentos del día. Una deficiencia que conspira contra ello, es el temible reproche. En sus diversas versiones, todo reproche tiene un efecto descalificador, al punto de quitar valor a quien cree ser sujeto de algún merecimiento. 

La versión más conocida del reproche surge cuando los demás nos reprueban o increpan por alguna actuación, afectando nuestro amor propio y vanidad. En una cultura ávida de aprobación y elogios, recibir reproches por parte de nuestros semejantes o allegados, nos menoscaba y afecta en gran medida, sobre todo a quien todavía no logró la confianza en sí mismo ni la fortaleza necesaria para reconocer sus propios errores. De allí el carácter temible del reproche. 
Otra versión del reproche está vinculada con las diversas formas de desaprobación, crítica o vituperio que proferimos contra alguien. Si bien no afecta de manera visible a quien lo realiza, puede lastimar fuertemente o agraviar innecesariamente los vínculos personales existentes. 
La tercera versión del reproche se refiere cuando lo dirigimos contra nosotros mismos frente a un error, acción fallida o ante una decisión de cambio en la que el sujeto vislumbra la necesidad de empezar de nuevo. En este último caso, el nuevo camino que se desea emprender se diluye ante imágenes de recriminación contra sí mismo. La experiencia psicológica cotidiana nos muestra esta forma de reproche como una fuerza mental activa y de alto poder neutralizador, cuyas imágenes desvían la energía y la dirección de la propia voluntad para realizar un cambio o al impedir la aceptación de un resultado o consecuencia no esperada. Por tal razón, esta versión del reproche es la más temible. 
En tal sentido, el reproche actúa como un elemento disolvente de la iniciativa de cambio, al desviar la directriz del nuevo objetivo y encapsular la decisión de renovación. Es decir, el reproche debilita la energía y la confianza en sí mismo para un cambio que se consideró posible y necesario. De esta manera, el reproche sobre las propias actuaciones se convierte en un aliado incondicional del pesimismo e instala imágenes de menoscabo acerca del pasado como tiempo muerto y sin sentido. 
Así, el reproche se comporta como el receptáculo venenoso en el que germina el desaliento, el descontento, la queja y la falta de voluntad. Pues no es difícil concebir el reproche como el ácido mental que detiene y paraliza la alquimia deseada para llevar a cabo la renovación de la vida cuando se intenta empezar de nuevo.
La decisión de cambiar o de empezar de nuevo exige una revisión de los modelos mentales con que se vivió la vida rutinaria anterior. Ello supone replantear el modo de pensar, de vivir y de relacionarse; pero tal replanteo implica ejercer el arte de empezar de nuevo y de hacerlo sin reproches. 
A la voluntad de cambio inicial debe sucederle una serie de condiciones a tener en cuenta para no malograr dicho anhelo. El arte de empezar de nuevo es posible ejercerlo si desaparece el tizne del reproche y cuando el terreno mental se encuentra despojado de los arbustos de la auto-recriminación. Esto exige la sabiduría para actuar y vivir sin reproches. Superar las barreras del reproche requiere una mente lúcida y consciente y el fortalecimiento de la voluntad para la acción.

Esteban Crespo Almara.

Lo fundamental que es mirar a tu bebé durante la lactancia.

Establecer un vínculo de apego entre madre e hijo en los primeros momentos de la vida de tu bebé es fundamental, de hecho me atrevería a decir "vital". No hay que descuidar los pequeños detalles que durante esta etapa son los que van forjando una construcción sana del autoconcepto, autoestima y seguridad.



Si hay anomalías en esta fase, pueden aparecer problemas de desarrollo y conducta más tarde. Algunos trastornos que se presentan en la vida adulta pueden tener sus raíces en este tipo de vinculaciones defectuosas realizadas durante los primeros seis meses de vida. Por tanto, no solo es necesario realizar los cuidados relacionados con el bienestar físico (comida, abrigo, aseo, limpieza o descanso) sino que también involucra los estímulos afectivos benignos o positivos.

Estos estímulos están muy relacionados con la comunicación no verbal, ya que son aquellos que nacen innatamente del deseo de amar a esa nueva criatura. Tienen que ver con el tono de voz dulce y suave, las sonrisas, caricias y abrazos, y la mirada constante a los ojos del otro.

Los bebés aprenden a reconocer el rostro de su madre en la lactancia. Alimentarse y mirar el rostro de la madre les permite crear esa relación de unidad en donde la madre le refleja lo que él le significa. La mirada que tiene lugar como parte de la función materna es el primer espejo en donde el niño empieza a diferenciarse y a reaccionar ante el otro, pues se percata de la respuesta que genera su presencia en el otro; de ahí la importancia de retribuir los constantes gestos, movimientos y sonidos que emite el pequeño, pues es el momento que se  a descubrir como persona.

Lamentablemente, hoy en día las madres tienen sumamente limitadas las posibilidades de brindar este tipo de vinculación con sus bebés, o bien son desconocedoras de la importancia de ‘mirarlo’ y trasmitirle seguridad y tranquilidad. Asumen la lactancia garantizándose sólo el alimento. Por ejemplo, mientras se da el pecho se suele conversar por teléfono, revisar Facebook, leer el periódico… Su atención está en otras cosas.

En ocasiones, también se asume la lactancia como el derecho de la madre a amamantar, sumiendo una postura de triunfo a favor de las mujeres cuando en el ámbito social se les permite o facilita espacios para realizarlo cómodamente en público sin censura alguna. En ambos casos es de recordar que no se puede caer en el error de asumirlo solo como derecho de las madres, es el derecho del niño a ser mirado, consentido, atendido, sentido mientras se está alimentando.

Es importante mencionar que por razones biológicas las madres suelen tenerlo más fácil a la hora de lograr una mayor vinculación emocional con el bebé y cumplen con la función materna de forma más espontánea. No obstante, la función materna puede ser asumida por cualquier persona que tenga la disposición y competencias afectivas necesarias para demostrar afecto.

Esteban Crespo Almara.

¿HE PERDIDO EL JUICIO DE REALIDAD?

JUICIO DE REALIDAD es una actividad de sintesis, en donde a partir de las emociones, percepciones, las experiencias previas y las creencias se llega a formar opiniones sobre las personas, cosas y eventos del medio.
La evaluacion de esas opiniones son la base para conocer el grado en que alguien distorsiona el concepto de las cosas y sucesos en su vida. El juicio de realidad puede alterarse por segundos hasta por años, un episodio subito de ira intensa afecta el juicio por varios minutos, igualmente cuando estas borracho o con drogas psicoactivas, en cambio en algunos casos de esquizofrenia hebefrenica esta perdida del juicio es indefinida.

Existen tres alteraciones del juicio:

1). JUICIO DESVIADO cuando hay alucinaciones o delirios o desorganizacion del pensamiento, esto es debido a los sintomas psicoticos.

2). JUICIO DEBILITADO cuando hay dificultad para organizar la informacion, en procesarla y formar opiniones estructuradas, la encontramos en la depresion, ansiedad, retardo mental, demencias iniciales.

3). JUICIO ANULADO no hay posibilidad de evaluar el entorno, un ejemplo es el estado de coma y estados avanzados de demencias.


Para que Ud. pueda "TERAPEARSE"

Evaluando su juicio a traves de preguntas como por ejemplo: ¿hace ud cosas peligrosas? ¿corre ud demasiados riesgos? ¿siente que confia demasiado en las personas? ¿se sorprende de encontrar que ha impresionado a las personas de manera equivocada? ¿hace ud cosas que otras personas no pueden? ¿la gente por lo regular malinterpreta las cosas que ud hace o dice? ¿se decepciona muy a menudo de las amistades que hace? ¿cree ud que tiene un don o poder especial?.

Es muy importante decirle que todas las desiciones que tomes dependen del grado de juicio que tengas, un juicio adecuado y estable te permitira tener una vida adecuada y estable, tambien llamado juicio o sentido comun. Si tú vida esta llena de problemas y malas desiciones debes revisar las distrorciones de tu juicio por ti mismo o en muchos casos con personas idóneas sobre el tema.

Esteban Crespo Almara. 

sábado, 6 de agosto de 2016

LA MEDITACIÓN VIPASSANA, UNA HERRAMIENTA PARA COMBATIR LA ANSIEDAD.


La palabra Vipassana no tiene traducción exacta al castellano. Muchos maestros la han traducido como Visión cabal, o sea, una clase de observación esclarecedora que posibilita ver la verdadera realidad detrás de las apariencias. Esta visión supone trascender las interpretaciones y descripciones de la mente discursiva.

La meditación Vipassana puede ser practicada sentado y de pie:

Vipassana sentado
• Siéntate en la postura que estés más cómodo: postura del sastre, de medio loto, loto, zazen o sentado.
• La columna vertebral debe estar muy derecha, la barbilla algo recogida para que la nuca esté estirada.
• No dirijas la respiración, déjala fluir con naturalidad por la nariz, con la boca cerrada.

Observa como se produce este proceso sin intervenir en absoluto. Observa cuando te llenas y cuando te vacías, cuando entra el aire rozando las aletas de la nariz y cuando sale algo más caliente.
Nota si tu respiración es larga o corta, agitada o relajada, profunda o superficial. Intenta percibir ese instante de quietud en el que la inhalación llega a su fin y a la quietud antes de convertirse en exhalación.
En ese punto de equilibrio cuando la inhalación concluye para convertirse en exhalación o cuando ésta termina para convertirse en inhalación, es cuando todo se serena y encuentras la vivencia de tu ser.
• Para mantener la mente pendiente de la respiración, deja que todos los pensamientos que te llegan a la mente, salgan de ésta como el aire que respiras.
• También puedes contar las inhalaciones en ciclos de 1 al 10 con el fin de ir mejorando tu concentración. Al exhalar no cuentes. Te puede ayudar el visualizar el número cada vez que inhalas. Cuando exhalas borras la imagen del número. Si pierdes la cuenta por desconcentración, empieza a contar desde el principio.
• Alternativamente puedes llevar tu concentración al movimiento del vientre con cada respiración. Siente como el abdomen se hincha y como se contrae.
• Si te distraes o sientes alguna molestia en tu cuerpo, obsérvalo sin emitir ningún juicio ni análisis, sin entrar en el agrado o desagrado de lo que te ocurre. Luego vuelve, dulcemente a la concentración principal en tu respiración.

Vipassana de pie
• La postura para caminar es con la columna y la cabeza derechas, los brazos bien relajados, sueltos a los costados del cuerpo, permitiendo que se muevan con naturalidad.
• Antes de empezar a caminar, toma conciencia de tu cuerpo detenido y de cómo estás respirando.
• Luego toma consciencia de la intención de empezar a caminar, y a continuación toma consciencia de cada uno de los movimientos de cada pie: levantándolo, desplazándolo, haciendo contacto con el suelo y posándolo. Sigue paso a paso, concentrado en cada tramo del proceso de caminar.
• Cuando llegues al final del recorrido fijado, toma consciencia de la intención de detenerte; después, de la intención de girar y del giro mismo; más tarde de la intención de empezar de nuevo a caminar y de hacerlo con todos los detalles señalados anteriormente. Cuando desees parar, debes tomar antes consciencia de la intención de realizarlo, y luego detenerte.

Esteban Crespo Almara.


Ansiedad, claves para poder afrontarla y superarla.

La ansiedad se puede manifestar de diferentes maneras pero con el mismo estado emocional: la sensación de amenaza y peligro unida al sentimiento de indefensión y vulnerabilidad .

La amenaza puede provenir, en los casos más ordinarios, de problemas habituales en nuestra vida como el miedo a la infidelidad o a la ruptura en la pareja, a no poder aprobar un examen, a no realizar bien un trabajo, a no obtener la aceptación o la aprobación social, etc.

Algunos trastornos tratados la amenaza tiene un carácter más irracional y menos realista, puede presentarse en los ataques de pánico como miedo a un ataque al corazón, en la hipocondría puede ser miedo a contraer el cáncer, en la fobia social es el miedo a la crítica o al ridículo, en la ansiedad generalizada puede ser el miedo a que un familiar tenga un accidente o en el trastorno obsesivo puede ser el miedo a la contaminación.

Ya sea la ansiedad por problemas propios del vivir o por trastornos psicológicos, en ambos casos, le acompaña la vivencia de incapacidad para poder controlar o afrontar la amenaza. En los casos clínicos es mucho más intenso el sentimiento de indefensión y vulnerabilidad.

Si estás experimentando actualmente ansiedad, te aconsejo claves para poder afrontarla y superarla:



clave A: aprende a cambiar los pensamientos negativos.

Los pensamientos negativos pueden ser muy variados, pero suelen recoger el miedo central de la persona: “Seguro que me suspenden”, “El avión va a tener una avería y se va a estrellar”, “Me va a dar un infarto”, “Mi hijo ha tenido un accidente”, “Si no le doy al interruptor ocurrirá una gran desgracia”, “Seguro que me quedo con la mente en blanco y hago el ridículo más terrible”.
El pensar insistentemente en algo negativo genera la activación del sistema de alarma del organismo que se pone en disposición de afrontar un peligro, por ejemplo, el corazón late más rápido preparando la respuesta de confrontación o huida.
Esto genera sensaciones en el organismo que a su vez generan nuevos pensamientos negativos del tipo “me encuentro muy mal”, “me está dando algo muy malo”, “esto no lo puedo soportar”.

Por tanto, es fundamental aprender a cambiar los pensamientos negativos. La mecánica del cambio de pensamientos consiste en aprender a identificar los pensamientos negativos que suelen ser bastante automáticos y por tanto poco conscientes. Puede una persona sumergirse en diálogos y pensamientos negativos sin tener una clara consciencia de estar siendo “hipnotizado” por la tiranía de los pensamientos.

Posteriormente hemos de esforzarnos en escribir los pensamientos racionales y realistas como antídoto de los tóxicos pensamientos negativos. Es un ejercicio literario que va haciendo, que al igual que podemos aprender un idioma, nuestra mente va aprendiendo a rectificar y a cambiar fomentando pensamientos más realistas y positivos en nuestra forma habitual de pensar.

Conviene leer una y otra vez en voz alta los pensamientos realistas y positivos . Es posible que aunque con la mente racional creemos que son verdaderos, con nuestro corazón aún no nos lo creemos, y por tanto, debemos hacer un marcado esfuerzo por hablarnos con convicción con los nuevos pensamientos positivos.

clave B: aprende a cambiar el luchar contra la ansiedad por el aceptarla.

La ansiedad primaria es la suscitada por los problemas propios de la vida, como el trabajo, la pareja o los hijos, la economía, la salud, etc… pero cuando el miedo de una persona se dirige hacia la propia ansiedad, tenemos la ansiedad secundaria. Esto es, una persona se asusta por experimentar miedo o ansiedad.

Y claro, en la ansiedad secundaria se trata de evitar todo lo que suscita ansiedad : en el caso de los ataques de pánico, se evitan las sensaciones físicas que están asociadas a graves enfermedades, como notar los latidos del corazón, en el caso de la fobia social, se evitan las situaciones sociales que generan ansiedad, en el caso de los trastornos obsesivos, se evitan los pensamientos negativos que generan ansiedad, en la agorafobia, la calle o los lugares cerrados con salida difícil, etc.

Pues bien, es algo bien conocido que el luchar contra la ansiedad o evitar la situaciones que la provocan genera más ansiedad. La persona con ansiedad trata de no percibir en su cuerpo la sensaciones ansiógenas y no acudir a sitios dónde se le pueda disparar la ansiedad.
Por tanto, el poder superar la ansiedad requiere paradójicamente una actitud de aceptación , de “rendición” y no lucha contra las manifestaciones de la ansiedad. Es conveniente que uno se atreva a sentir las manifestaciones de la ansiedad en el cuerpo de manera plena, prestándole atención y no juzgando los síntomas de la ansiedad como buenos ni malos , simplemente son sensaciones a las que nos tenemos que volver a acostumbrar.

Por otra parte, hemos de acudir a las situaciones evitadas hasta que alcancemos un nivel de tolerancia y aceptación que dé paso finalmente a la normalización como veremos en la siguiente clave.

clave C: Afronta tus miedos.

Aunque cambies los pensamientos y consigas un buen nivel de aceptación de las sensaciones de ansiedad, no podrás superar la ansiedad hasta que no te enfrentes a todo aquello que te da miedo y puedas superarlo.
Si te dan miedo la relación con la gente tendrás que exponerte, aunque sea de manera gradual, a las situaciones sociales. Si tienes miedo a tocar cosas que puedan contaminarte, tendrás que hacerlo. Si tu miedo tiene que ver con estar en situaciones cerradas, tendrás que paulatinamente irte exponiendo hasta que tu nivel de ansiedad disminuya en estas situaciones. Si tus temores tienen que ver con situaciones irreales como que le pase un accidente a un ser querido tendrás que imaginártelo de manera reiterada hasta que te disminuya este temor.

Aquí te presento una escala de situaciones de menor a mayor ansiedad para ir generando un adiestramiento gradual en la superación del miedo.
Por ejemplo, si tu temor es de tipo agorafóbico y tienes miedo a salir sólo a la calle por temor a que tengas una crisis de ansiedad y no tengas a nadie que te pueda ayudar, se elabora una lista empezando por la situación que menos temor te cause, por ejemplo, salir a la puerta de la calle, continuar distanciándome unos metros, alcanzar la esquina, darle la vuelta a la manzana, andar 3 minutos distanciándome de la casa, 5 minutos, etc.

Esteban Crespo Almara.

Errores que debemos evitar, si queremos fortalecer una relación amorosa.



Error 1: “Tienes que quererme”

El querer no se puede exigir, es algo que se tiene o no se tiene, pero su exigencia es contraproducente y produce el efecto contrario, esto es, cuanto más se pide, menos se obtiene.

Consejo:
Nunca pidas ni exijas que te quiera tu pareja , propicia con tus actos el cariño y el afecto, haz que tu pareja se sienta bien contigo y acumula muchos buenos momentos que hacen que tu pareja se sienta bien y te quiera por tus actos y tu comportamiento pero no por pedírselo.

Error 2: “Tú tienes la culpa”

Si hay un sentimiento que es corrosivo para el amor es la culpa. Siempre que se culpa a la pareja, se está generando un auténtico hundimiento del amor.

Consejo:
Cuando tengas que expresar tu malestar hacia tu pareja, hazlo como una expresión de necesidades pero nunca como un juicio de valor negativo acerca de tu pareja . Ejemplo, en vez de decir “Nunca eres cariñoso conmigo”, lo cambiamos por “Me gustaría que tuviesemos más momentos para nosotros”.

Error 3: “Cuando tú lo hagas lo haré yo”

La pasividad, el dejar que sea la otra persona la que tome la iniciativa hace que que un individuo sea reactivo, esto es, si el otro actúa bien, pues uno también, y si actúa mal, pues eso. El resultado es que se depende del otro, y si el otro no quiere cambiar pues uno se queda encadenado a la frustración y a la imposibilidad de cambiar las cosas.

Consejo:
Toma la iniciativa y establece objetivos positivos para ti y para la pareja. Eso te genera un sentimiento de autonomía y autoestima que es muy positivo tanto para la pareja como para la vida personal.

Error 4: “No te hablo para demostrarte mi enfado”

Cuando hay una discusión en la pareja es frecuente que se continúe con un estado de no hablarse el uno al otro, es una manera de seguir enfadado y demostrar el malestar pero en frío, castigando al otro con el silencio. Nadie se atreve a romper ese estado ya que eso significa un rebajamiento o humillación, y claro, el orgullo impide ese comportamiento.

Consejo:
Atrévete a romper el silencio y el distanciamiento. No sirve de nada el callar y sí el hablar y tratar de recomponer el conflicto. El primero que lo haga gana , ya que eso supone actuar en positivo y saber superar las emociones negativas como el orgullo o el rencor.

Error 5: “Para qué voy a hablarte si no me entiendes”

El inhibir la comunicación por considerar que el compañero no me puede entender e incluso cualquier conversación puede acabar en conflicto, afecta de manera muy grave la buena relación de pareja.

Consejo:
Para mejorar la comunicación puedes leer la clave 3 de las 5 claves del éxito de la relación de pareja.

Error 6: “Si me quieres tienes que hacer lo que yo quiera”

La suposición de que el querer tiene que demostrarse haciendo lo que se demanda es un grave error que lleva a que el que pide a su pareja de manera excesiva, si no lo obtiene, se frustra y pone en cuestión la pareja, y si lo consigue de manera continuada, acabará menospreciando a una pareja que se le rebaja y somete.

Consejo:
Es oportuno cambiar las exigencias por la expresión de necesidades. A la pareja se le da la libertad para conceder o no las peticiones. Nadie está obligado a satisfacer los deseos del otro. Si se hace, no es por exigencia, sino por amor. Este se propicia respetando las necesidades del otro y aceptando la libertad del otro para conceder o no mis necesidades.

Esteban Crespo Almara.